Reflexiones sobre inmótica: ¿qué falta por hacer?

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La aportación de los sistemas inteligentes a la edificación se ha vuelto casi imprescindible para las edificaciones de gran altura, dados sus aportes para el control de accesos, la seguridad y el bienestar de los ocupantes, todo ello con un consumo eficiente de la energía. El crecimiento de este ramo es un terreno fértil, pues sus posibilidades siguen aumentando

 

Tanto en Estados Unidos como en Europa, cuando comenzaron los ensayos de electrodomésticos de última generación y dispositivos automáticos para el hogar -como aire acondicionado y alarmas- se encontraron con una nueva disciplina arquitectónica encargada de los automatismos, a la cual se la llamó domótica.

Definir a un edificio como domótico implica que éste tiene automatismos integrados entre sí y relacionados con el usuario; además de que es capaz de gestionar sus acciones con el propósito de cumplir sus objetivos, que son, principalmente, lograr el máximo confort y conseguir la mayor economía, considerando la reducción de impactos ambientales.

La Asociación Española de Domótica e Inmótica (CEDOM), que reúne a todos los agentes del sector, define a la domótica como un sistema de control y automatización de funciones, basado en equipos que intercambian información e interactúan y que ofrecen al usuario prestaciones relacionadas con diferentes aspectos de la actividad cotidiana; se desarrolla en la vivienda y está dirigidos a mejorar la calidad de vida de las personas que la habitan. De esta manera, racionaliza los consumos en general, incrementa la seguridad y aumenta la comodidad.

Cuando se le encuentra incorporada al equipamiento de edificios de uso terciario o industrial (oficinas, edificios corporativos, hoteleros, empresariales y similares) se le denomina inmótica, dejando el término domótica para el sector residencial. Ahora bien, el avance tecnológico aplicado a los espacios de trabajo, específicamente desarrollados y diseñados para cada función, ha demostrado ser el responsable de generar un alto rendimiento laboral.

Si bien la situación de la energía es crítica en el mundo, la Unión Europea prescribe que no se disminuya la calidad del medioambiente interior, considerando que esto afectaría la salud, la productividad y el confort de los ocupantes, por lo que se detecta como una acción habitual el desarrollo de diseños con tecnologías, en la que se incluyan los sistemas necesarios a fin de lograr el confort de los trabajadores.

Confort, percepción e implicación económica
Si bien al confort se le define como un estado de completo bienestar físico, mental y social, se reconoce la intervención de una multitud de factores personales, por ejemplo, la respuesta a las sensaciones, las expectativas para el momento y el lugar considerado; además de los parámetros físicos, ya sean visuales, auditivos, térmicos u olfativos; todos ellos influyen, en menor o mayor medida, a que los usuarios perciban confort.

Hay otros agentes como la temperatura exterior o los parámetros ambientales del interior, así como la temperatura del aire, la temperatura radiante media, la humedad relativa del aire y la velocidad del aire que, sumados a los fisiológicos, al metabolismo y a la vestimenta, deben ser considerados por los sistemas inteligentes.

Si bien estos sistemas también consideran el accionamiento de parasoles y persianas, la iluminación, la cantidad de personas, entre otros, se ha comprobado que el usuario no es receptor pasivo de las condiciones alcanzadas; incluso, varios autores afirman que factores personales (constitución corporal, género e ingesta de alimentos) y parámetros del entorno inmediato (clima exterior) afectan la percepción térmica de las personas.

El arquitecto Ernesto Kuchen determinó en la publicación Spot-Monitoring zum thermischen Komfort in Bürogebäude que los usuarios manifiestan que “aún en espacios con condiciones térmicas constantes son capaces de experimentar procesos de adaptación, como por ejemplo: modificar los niveles de ropa, la posición de un termostato, controlar la apertura de puertas y ventanas, ajustar un parasol, etcétera, pudiendo aceptar condiciones térmicas que les son impuestas”, indica el experto en el documento publicado en 2009.

En concordancia con trabajos de Hellwig y Boestra, concluye que los usuarios no son receptores pasivos del ambiente térmico, sino que mantienen una actitud crítica que se traduce en la habilidad de adaptación.

Usuarios y sistemas, la interacción
Diversos estudios sugieren que proveer a los usuarios de la posibilidad de tener control sobre su ambiente interior aumenta el confort térmico y visual, incluyendo la satisfacción de la calidad del aire.

Asimismo, existe una tendencia aplicable a estos edificios inmóticos, que afirma que si van a delegar el control, hay ciertas condiciones que los usuarios consideran. Algunos autores, como Vastenburg, determinaron que los participantes están dispuestos a delegar el control para facilitar el uso de los sistemas, pero no quieren hacerlo en manos de complejos e impredecibles sistemas; es decir, desean interactuar con el sistema de control sin mayores dificultades.

El estudio del estado del arte permite suponer que para lograr el confort en las oficinas inmóticas se debería contemplar la actitud crítica de los usuarios y su voluntad de cambiar las condiciones de confort que le han sido determinadas. Esto se traduce en la habilidad de adaptación sumada a la interacción con los sistemas.

Sistemas inmóticos
En la mayoría de los edificios inmóticos se encuentran los siguientes subsistemas:

  • Subsistema de control y seguridad técnica: encargado de la vigilancia de personas y bienes, del control de acceso al edificio, de dar aviso a mantenimiento de fugas y fallos, así como a la detección y apagado de incendios
  • Subsistema ambiental: enfocado en la iluminación, la música o ambiente acústico y a la temperatura de confort del puesto de trabajo. Igualmente, atiende la regulación de la iluminación en función de la luz natural, gestiona zonas comunes y controla luces encendidas y el aire acondicionado
  • Subsistema automatización de la actividad: que fija el control de gestión, transmisión de datos, comunicación e intercomunicación entre dispositivos y con el usuario final; de manera general, es el encargado de la ofimática. Dentro de este subsistema interactúan otros sistemas, como soportes y redes para teleconferencias y transmisión simultánea, igualmente, la comunicación vía satélite; también se consideran los sistemas de archivos para guardado de carpetas como datos

La inmótica, con su aplicación de software y diseño arquitectónico específico resulta para todos los usuarios de oficinas una eficiente tecnología en los edificios; sin embargo, lo consideran algo promisorio, que necesita de más investigación y mejoras en la aplicación.

Existen voluntades de los usuarios que no se respetan o deberían mejorarse, así como hay diseños de sistemas aplicados que requieren evolucionar.

Sobre los procesos de adaptación que indica Kuchen, se determina que los usuarios tienen actitud crítica y voluntad de cambiar las condiciones de confort que le han sido determinadas, lo que se traduce en su habilidad de adaptación aunada a la interacción con los sistemas.

Será tarea de los profesionales proveer las posibilidades de implementar estas adecuaciones mediante el diseño de sistemas inmóticos (con interfaces) y la integración del diseño de sistemas con el diseño arquitectónico.

Perspectivas
A fin de adaptar este software a espacios de múltiples usuarios y múltiples actividades, quizás se requiera de sistemas de adaptación de confort individual, lo que significa algo más que poner a disposición unos dispositivos de interacción; de igual forma, se propone una solución que combine la programación automática, considerando variables de espacios más pequeños o variables de datos ingresados por los usuarios de ese sector.

Una situación particular en estos edificios se da en los sistemas de control de ingresos, ya que, sin duda, la seguridad es una preocupación para los administradores de edificios. Ante la demanda, los sistemas inmóticos ofrecen múltiples opciones.

No obstante, el avance de los sistemas inmóticos continúan incompletos: se han detectado algunos desencuentros entre la tecnología y el usuario, aspecto que ha provocado la necesidad de tecnología que permita la interacción y modificación de las condiciones dadas por los sistemas, algo que los usuarios están reclamando.

Con el propósito de estar preparado, es necesario considerar en el diseño la inclusión de más interfaces gráficas, la comprensión del usuario y, en consecuencia, definir la interacción con tales consideraciones, trabajando en un área de tecnología sumada a la sociología y al diseño.

Por ello, el diseño centrado en el usuario debería dejar de ser una utopía y convertirse en un tipo de proceso de diseño; asimismo, la integración de la tecnología desde el inicio de dicho proceso también debería considerarse necesaria, dejando de lado el diseño sólo estimado por profesionales.

Así, el diseño de los edificios inmóticos pasaría, entonces, a ser holístico y a considerar esa masividad de usuarios, con una resolución de problemas en múltiples niveles. Contemplar y diseñar incluyendo la singularidad es difícil, pero marca los nuevos objetivos. Sin duda, esta tendencia se encontrará en el avance que se espera de los sistemas, el diseño y el desarrollo de los ambientes inteligentes

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